Cuando los hermanos/as son pequeños/as, hasta 5 años es mejor no utilizar la palabra autismo o asperger como explicación a las conductas, ya que aun que pueda utilizarlas, seguramente no entenderá. Es recomendable dar explicaciones sencillas y concisas, que contesten sus preguntas puntuales; por ejemplo, ¿por qué no habla? ¿Por qué mueve sus manos de arriba hacia abajo? … Podemos decir: ” porque aún no ha aprendido”, “mueve las manos cuando está muy, muy contento”…
Es importante en estas edades e incluso mayores, indagar los supuestos que puedan tener sobre el autismo, ya que pueden tener explicaciones altamente erróneas que pueden generar sentimientos como miedo, preocupación o culpabilidad. Darle conocimiento sobre que hacer durante las crisis (como en el colapso emocional) y hablar de los conflictos, soluciones y sentimientos.
Entre los nueve y doce años, los niños/as ya pueden entender que se trata de una diferencia cerebral y que su hermano/a necesita apoyos especiales y las explicaciones que les podemos proporcionar ya pueden ser más elaboradas. La necesidad social ya estará tomando más relevancia en ellos/as, así que es necesario estar pendientes de sus necesidades y ser pacientes con los posibles sentimientos de vergüenza que pudiera experimentar.
En el caso de un adolescente, el hermano/a debe tener acceso a tanta información como desee, teniendo en cuenta que el conocimiento y la aceptación emocional son procesos diferentes. Por otro lado, a pesar de que estamos hablando ya de cierta madurez intelectual, debemos vigilar el delegarles más responsabilidad de las que están preparados para asumir en el cuidado de su hermano/a y en control de sus conductas.
A nivel de los aspectos que debemos cuidar, tenemos que tener en cuenta:
- La escucha implica observación. Los niños/as no siempre se comunican con palabras, a veces lo hacen también a través de su conducta; por lo tanto, debemos estar atentos a cambios de comportamiento importantes.
- El lugar adecuado: es importante hablar las cosas, siempre que sea posible, con un tiempo suficiente para concentrarse en él/ella y en un momento en el que también él/ella pueda estar receptivo y no pendiente de otras cosas.
- Dar muestras de comprensión y confirmar el sentido de lo manifestado; es decir, asegurarnos de que lo hemos entendido y hacerle ver que lo hemos comprendido.
- Mantenerse abierto a los sentimientos propios; o sea, poder expresar nuestros propios pensamientos, positivos y negativos y actuar como modelo de comunicación sincera.
- Aceptar los sentimientos de la otra persona. No es de extrañar que no estemos de acuerdo con el otro, peso se debe recalcar la legitimidad de los sentimientos ajenos.
FUENTE: Todo sobre el Asperger, Ma. Merino Mtz. et al.